Sólo la luna.

- Vamos, corre. - susurró una bella peliazul, tirando de la mano de su rubio amante.
- Ya te sigo. - respondió este otro, dejándose llevar por ella con una pícara sonrisa adornando su rostro.
Caminaban juntos sobre la cubierta de un barco, ahora solitario dadas las altas horas de la noche que eran. Ambos llevaban una sonrisa pintada en sus rostros, mientras a paso rápido sin llegar a correr se dirigían al palo mayor de la carabela, en el que se hallaba una escalerilla para subir a la torre vigía. Una vez estuvieron en frente de esta, subieron con cuidado, hasta llegar al lugar donde eran vigiladas las noches. Desde ahí las vistas al mar eran preciosas; la luna se reflejaba en la cristalina agua, como si de un verdadero espejo se tratara. Eso, combinado con el ligero y relajante sonido de las olas al chocar contra la madera del barco, hicieron que la joven peliazul se quedara pasmada. Aunque no por mucho tiempo.
- ¿Has olvidado para lo que hemos venido? - escuchó decir a su acompañante, mientras este la tomaba por la cintura para acercarla a su cuerpo, con una pícara sonrisa.
Como respuesta ella rodeó su cuello con los brazos, dejándose atraer hacia él.
- Nunca dije que quisiera subir para algo en concreto...
- ¿No? - rió con suavidad, comenzando a acariciar su cintura. - Pues yo no he subido para nada...
Dicho esto y sin dejarla tiempo para responder, besó despacio sus labios, dejándose llevar al saborear el dulce sabor de estos. Ella, por su parte, notó el amargo sabor de los suyos debido al tabaco, pero poco le importaba. Poco a poco tuvieron que separarse por falta de aire y se miraron a los ojos, ambos con una sonrisa de cuyo significado sólo ellos conocían.
Las manos del elegante rubio subieron por la espalda de la chica, deslizándose por esta de abajo a arriba, aún por encima del corto vestido que la cubría. Esto hizo aparecer un ligero rubor en las mejillas de la joven, quien, sin pensarlo dos veces, comenzó a dar pequeños pero intensos besos en el cuello de su amante.
- Vivi... - susurró este en un pequeño jadeo ahogado, juntando por completo los cuerpos de ambos.
- ¿Sí, Sanji~? - respondió ella entre besos y con voz juguetona sobre su cuello.
Al escucharla, el mencionado se mordió el labio inferior y la arrinconó contra el final del palo mayor, rozando los labios de ambos.
- Que creo que no has querido subir sólo por las vistas...
- ¿Crees? ¿O quieres comprobarlo?
Este rió, cerró los ojos y volvió a besar sus labios ahora con más intensidad, comenzando un leve juego de lenguas. Pronto las manos de la joven peliazul comenzaron a jugar con los botones de su camisa, desabrochando lentamente esta, hasta dejarle el torso desnudo. Sanji, de igual forma respondió, acariciando su espalda esta vez por dentro de su vestido, hasta colocar las manos sobre el abroche de su sujetador. La excitación comenzó a hacerse cargo de sus actos, y, en un rápido movimiento, Vivi cambió los puestos, dejando al joven cocinero como una presa a su merced.
- ¿Sabes que así eres más irresistible...? - susurró este excitado, colocando las manos en su cintura.
- De sobra. - sonrió con picardía, y sonrojada volvió a besar su cuello, añadiendo algún que otro mordisco. Coló una de sus piernas entre las de Sanji, notando la excitación de este bajo su pantalón, y de esta forma robándole un pequeño jadeo.
Continuó besando su cuello, a la misma vez que, con las manos sobre sus hombros, hizo que se deslizara hasta el suelo, ella con él. Él, al estar en cierto modo bajo la chica, interrumpió sus besos para quitarle el vestido, dejándola en ropa interior.
- Eh, no vale... Me has dejado en desventaja.
- No tienes problema para remontar... - susurró en su oído, con ligera voz ronca.- Sabes dónde atacarme.
- Vale, vale... - cerró los ojos y con una mano acarició sus pectorales, mientras que la otra la bajó a su pantalón y desabrochó un poco la prenda.
- ¿V-Ves...? - murmuró excitado, acariciando su espalda. Y, como llevaba rato deseando, desabrochó la prenda que cubría sus pechos, mordiéndose el labio inferior de forma breve al ver estos. Colocó las manos sobre el vientre de la chica y las subió lentamente hasta llegar de nuevo a sus pechos, para acariciarlos a la vez que besaba y mordía el lóbulo de su oreja, sacándole más de un jadeo. Por su parte, ella terminó de desabrochar el pantalón de Sanji, así como un poco su ropa interior, y lentamente se sentó sobre sus muslos, ahorcajada.
- Je... Lo estás deseando. - comentó Sanji, mirándola a los ojos al tiempo que poco a poco bajó también su ropa interior.
- ¿Acaso tú no...? - respondió, inclinándose hacia él para rozar las entrepiernas de ambos.
- S-Sí... Lo sabes de sobra.
Después, ninguno dijo nada.
Sanji agarró su cintura y la elevó un poco, hasta colocarla justo sobre su miembro y, de esa forma, comenzando a entrar suavemente dentro de ella. Una vez estuvieron ambos listos, Vivi colocó las manos sobre sus hombros, para así impulsarse lo que necesitaba y comenzar un lento vaivén sobre su miembro. Él la ayudó, agarrando con algo de fuerza su cintura. Cogieron un ritmo relajado, ni muy lento ni muy veloz, pero intenso. Los jadeos, por parte de ambos, no tardaron en llegar.
- V-Vivi... - susurró él entre jadeos, echando la cabeza atrás y mordiéndose con fuerza el labio inferior, excitado por los movimientos de la chica y las magníficas vistas que tenía de ella.
La mencionada, al verle de aquella forma aumentó el ritmo, moviéndose todo lo rápido que podía y, por ello, jadeando con fuerza, lo que excitaba más y más al cocinero. No pasó mucho hasta que se notaron cerca del orgasmo y Sanji comenzó a besar y lamer su cuello, acariciando a la vez con fuerza su cintura.
Al poco rato se escuchó un sonoro jadeo por parte de la chica, indicando su clímax. Seguidamente se escuchó por parte del chico, inundando a la peliazul con su esencia, aquel espeso y caliente líquido.
Estuvieron unos segundos sin decir nada, aún jadeantes, recuperando el aire a bocanadas. Lentamente Vivi se echó sobre su pecho y acarició sus brazos, a la vez que él acariciaba su cabello.
- Con que no querías nada en concreto, ¿eh? - rió Sanji, alzando la vista al cielo.
- Lo increíble es que lo creyeras por un momento.
- Nunca lo creí, querida.
- Ya, ya. - sonrió, entrecerrando los ojos. - Te quiero, mi amor...
Él, bajando la vista hacia ella, dio un cariñoso beso en su cabeza, abrazándola con fuerza.
- Y yo, Vivi...
Volvió a mirar al cielo oscuro de la noche, iluminado por las miles de estrellas que se dejaban ver, y sonrió con ternura al observar la luna, despertando la curiosidad de la joven.
- ¿Por qué miras tanto a la luna? - preguntó, con la inocencia pintada en sus bellos ojos.
- Porque... - la miró ahora a ella, con una cariñosa sonrisa sin dejar de abrazarla. - Sólo ella es y será testigo de lo mucho que te amo... Para toda la eternidad.
Ante esto, ruborizada, lentamente besó sus labios con lentitud, dejándose rodear por sus fuertes brazos, fundiéndose como si fuesen un sólo ser.
- Te quiero siempre, mi amor...

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