Explico el argumento:
Sanji, una noche, presenció el asesinato de una chica por parte de Cocodrilo, y consiguió escapar antes de que le asesinaran a él. Pero, por conocer la identidad del asesino, este y sus compañeros investigan sobre la vida de Sanji, y una noche (semanas después) es cuando empieza todo:
“ [...]
- Sólo un poco más, mi querida Vivi-chwan. - se repetía
mentalmente Sanji, aún sin poder quitarse la sonrisa del rostro.
Seguramente su amada Vivi lo estaba esperando en su apartamento,
escasamente vestida y en una sensual posición sobre su cama.
En cuanto llegó a su piso, avanzó bailando y dando piruetas por el corredor. Sólo un minuto más, un poco más y pasaría una de las mejores noches de su vida. Llegó a la puerta principal de su apartamento y le dio vuelta a la manija; la puerta estaba abierta, lo que significaba que su bella dama lo esperaba en su alcoba. Desató su corbata y la arrojó descuidadamente al suelo, para luego, literalmente, correr hacia su pieza.
Al abrir la puerta el mundo pareció detenerse para él; tal y como había predicho, su Vivi estaba en la alcoba, pero no de la forma que él imaginó; su hermosa chica yacía muerta sobre su cama…
Golpeada hasta el punto de haberle reventado la carne y destrozado sus huesos, ahí estaba el cuerpo desnudo y probablemente ultrajado de su adorada Vivi; sus bellos cabellos azules ahora estaban teñidos, en su mayoría, de un rojizo oscuro, que también goteaba por su antes blanca y perlada piel; su rostro reflejaba el dolor y la desesperación que sufrió antes de perder la vida… Pero lo más aterrador era un mensaje escrito en la pared con la sangre de su amante:
“Sigues tú”
Al día siguiente...
[…]
- Sí,
¿por qué?
- Iré
a buscarlo.
- No
te molestes chico, Sanji no es... - Y como si sus
palabras lo hubiesen invocado, Sanji entró en ese instante a la
cocina, con la mirada baja y porte decaído. - Ya era hora... - Se
acercó al rubio, notando mejor su deplorable estado; traía puesta
la misma ropa del día anterior, estaba pálido y parecía no haber
dormido en toda la noche. - te ves horrible, ¿qué pasó? - a pesar
de haber usado un tono muy frío, el chef estaba preocupado; después
de todo, era su hijo.
- No
es nada que te incumba, viejo. - dijo con voz áspera y siguió su
camino. En cuanto llegó a los límites de la cocina, se sentó en
el suelo y se apoyó en la pared, ignorando las miradas inquisidoras
que le dirigían los demás, especialmente la de cierto viejo
cocinero.
[…]
----Flash Back----
Tenía el estómago revuelto, la escena era demasiado grotesca, sin olvidar el desagradable olor que comenzaba a desprender el cadáver… No pudo evitarlo, cayó de bruces en el suelo y comenzó a vomitar…
Abandonó el apartamento tan pronto se repuso; eso no tenía por qué haber ocurrido, la chica no tenía nada que ver en ese asunto… Era una mujer bella, amable e indudablemente joven, apenas comenzaba a experimentar los sabores de la vida… Quizá al principio el rubio no estaba interesado más que en los placeres que pudiera obtener de ella en la cama, pero el estar con su adorada Vivi lo hacía realmente feliz… Apenas empezaba a enamorarse de ella..., y aún así, su vida le fue arrebataba, sin siquiera darle oportunidad de defenderse…
La había matado..., había matado a su querida Vivi… Le arrebató la oportunidad de vivir, por el simple hecho de conocerle…
Y con esos pensamientos, Sanji recorrió la ciudad toda la noche y parte de la mañana, hasta que, sin darse cuenta, llegó al restaurante Baratie.
----End Flash Back----
- Oye,
Sanji. - le llamó uno de sus compañeros
entrando a la cocina. - el restaurante está lleno, ¿te importa
echarnos una mano?
- Déjame en paz... - contestó el rubio de mala gana sin
mirarlo siquiera.
- Hay un montón de chicas sexys en el restaurante; ¿seguro
que no quieres salir?
- No me importa, largo.- El otro cocinero se quedó
boquiabierto, ¿Sanji, el eterno amante de las mujeres, no quería
ver chicas bellas? Definitivamente algo andaba terriblemente mal,
pero nada podía hacer, así que volvió a salir. - Como si tuviera
importancia ahora... - murmuró, y sin querer, las lágrimas se
hicieron presentes, bajando una a una por su rostro.
- Está... ¿llorando? - decían para sí sus compañeros,
mirando cómo el rubio parecía caerse a pedazos. ¿Debían
acercarse? Estaba bien, no tenía ninguna herida física. Pero ¿qué
había de esas heridas que, a pesar de no ser visibles, siempre son
las más dolorosas?
[…]
Pasaban de las cuatro de la mañana, era una noche realmente fría, por lo que, nada más al llegar, y sin mirar a otro lado, Sanji se acomodó en el sofá y se recostó, dándose cuenta hasta ese momento de lo cansado que estaba.
- Vivi... - suspiró, antes de cerrar los ojos y quedarse
profundamente dormido.